El jacarandá no te vio despertar hoy,
en su enagua violácea,
en su dulzura silenciosa,
en su luz eterna.
No acarició tu sonrisa
acompañó tus letras,
le hizo un paréntesis
a la soledad...
¿Cuánto tiempo le llevará aceptar tu
ausencia?
¿Cómo son los tiempos de los árboles?
¿Qué piensan, que sienten?
Creo que nos miran crecer silenciosos,
qué saben más de lo que creemos,
las enseñanzas de la tierra, nutriéndose de
ella.
Vieron atardeceres y hombres y siglos,
dolores, esperanzas, alegrías.
Y él, de nuevo el jacarandá.
En todo su esplendor, con esas flores
regadas por el suelo,
con esa magia inexplicable,
haciendo más leve la ciudad,
dibujando sobre el viento.
Él sabe más que yo de vos , quizás.
Te vio dormir y levantar tantas veces,
te vio el último día,
cuando el aire se iba
te despidió.
No puedo más que sentarme
y hablar en silencio con él;
Preguntarle inútilmente
¿Por qué?
C.M.